La crisis migratoria influye totalmente en el auge de los movimientos nacionalistas. Esto se debe a que las corrientes nacionalistas están fundamentadas en una idea cultural, religión, etnia o lengua, de forma que cuando entran inmigrantes o refugiados en un territorio ocupado por un colectivo nacionalista, la presencia de ellos resulta amenazadora desde un principio por la divergencia cultural. Si a esto le sumas la respuesta gubernamental como la de países como Polonia, Eslovaquia, la República Checa y Hungría, en los que gana la ultraderecha, los cuales niegan que la UE pueda dictaminar criterios de migración entre los países miembros, la actitud es justificadamente calificada de xenófoba y excluyente.
Ante esto, lo que propongo es una Europa Federal, es decir, nada de contentar a las corrientes antinmigración y euroescépticas. Si se quiere gozar de los beneficios que conlleva pertenecer a la UE, también han de cumplirse unos criterios, los cuales no supongan solamente si añadirse a la zona euro o no. Para esto se habría de llevar a cabo una reforma constitucional europea, que determine qué acciones, entre ellas, la regulación de la migración, queden a cargo de la UE.
Así también conseguiríamos que la ciudadanía europea se sintiera representada por la UE